Foto: UGC Si quiere conocer la esencia del surrealismo, conozca a un brillante representante de esta dirección en la pintura del siglo XX. Este es Salvador Dalí. Los cuadros del artista español son la encarnación de la filosofía y el espíritu del surrealismo, el epataje y el hiperemocionalismo. Descubra datos interesantes sobre sus mejores creaciones.
Salvador Dalí se identificó con el surrealismo. Todo en el artista respondía a este concepto estético: su pensamiento, su forma de ser, su locura, su ausencia de preceptos morales y de comportamientos estereotipados, su emotividad y su apertura.
Dalí fue un epataje en el arte y en la vida. Siempre hacía sólo lo que quería y escribía sobre lo que le parecía adecuado. Por eso no es de extrañar que en los años 30 y 50 el público se escandalizara por sus experimentos artísticos. El pintor, que destacaba en las técnicas clásicas de dibujo, se aficionó al impresionismo y al cubismo, y a raíz de ello llegó al surrealismo.
Esta tendencia en el arte permitió al artista hablar con franqueza de lo más íntimo: tocar el tema del sexo y el erotismo, la perversión sexual y los deseos sexuales reprimidos, la destrucción y la autodestrucción del hombre. Pero el tema principal de sus pinturas - es la ilusión, el mundo en el que una persona se encuentra.
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Los cuadros de Salvador Dalí son difíciles de interpretar, de dar una explicación lógica a ciertas imágenes, detalles, de leer su significado. Esto se debe a que se componen de juegos de palabras visuales, imágenes esquizoides, alusiones, y se construyen jugando con los significados y las tramas.
Presentación de los cuadros más famosos de Dalí con breves descripciones. Intenta comparar los significados revelados por los historiadores del arte con tus propias impresiones y emociones que evocan estos cuadros surrealistas:
"La permanencia de la memoria" (1931)
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Este cuadro tiene varios títulos: "El reloj suave (que fluye)", "El flujo del tiempo" y "La dureza de la memoria". El gran mistificador Dalí dio varias explicaciones sobre los símbolos que se representan en el lienzo, pero esto ha confundido aún más a los historiadores del arte.
"La permanencia de la memoria" rompe el estereotipo de la percepción del tiempo por parte del hombre. El autor subraya que está lejos de la linealidad con la que se suele asociar el tiempo.
La idea del cuadro se le ocurrió a Dalí durante el desayuno, cuando Gala estaba untando una tostada con queso blando. El pintor pintó el cuadro mientras le invadía una migraña. De ahí los tonos sombríos, el predominio de las tonalidades pardas-grises.
La imagen central, una cabeza en el suelo, en la que se reconoce al propio Dalí, es el deseo encarnado de paz y descanso del dolor. Las otras imágenes (que se encuentran con frecuencia en sus lienzos) representan la idea de lo perecedero de la existencia: las hormigas y las moscas se comen el tiempo, como el envejecimiento se come el cuerpo humano. La orilla rocosa y el mar son símbolos de la inmortalidad, que es intemporal, eterna, por lo que está en el fondo. El olivo agotado representa la vida agotada. Todo el cuadro expresa melancolía y desvanecimiento.
Actualmente, este pequeño cuadro (24x33 cm) adorna el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Naturaleza muerta .
Los detalles de las naturalezas muertas están presentes en muchos cuadros de Dalí, que también realizó varias naturalezas muertas "puras". Cabe destacar una serie de composiciones pintadas por el joven Dalí, ejecutadas al estilo de los bodegones españoles del siglo XVII, de los que fueron maestros Diego Velázquez y Francisco Zurbarán. "Naturaleza muerta con berenjenas", 1922, puede considerarse un ejemplo típico del estilo juvenil de Dalí. Mucho más original es su "Naturaleza muerta animada" (a veces llamada "Naturaleza muerta - Movimiento rápido"), de 1956, que es un intento de reconsiderar las reglas generalmente aceptadas para este género, para superar el estatismo y retratar objetos en movimiento.
"Construcción blanda con judías hervidas" (1936).
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Este lienzo representa la reacción de Salvador Dalí a los procesos políticos internos que asolaban España a finales de los años 30. Era la época de la llegada al poder de Franco, la lucha entre republicanos y nacionalistas. El país estaba en vísperas de una guerra civil.
A pesar de que Dalí era partidario de Franco, el cuadro, que se suponía que representaba cambios positivos en la sociedad, es sorprendentemente fantasmagórico y espeluznante en sus imágenes.
El enfrentamiento político en España en 1936, descrito anteriormente, es presentado por el autor como dos cuerpos humanos, que se funden con diferentes partes del cuerpo y sufren por ello. Parecen estar luchando, quieren separarse y no pueden existir el uno sin el otro, porque de esta manera se perdería su equilibrio. Un puñado de judías hervidas esparcidas cerca del brazo demacrado de uno de los atlantes es un símbolo de la pobreza que se ha apoderado de la sociedad española.
El cuadro se encuentra ahora en el Museo de Arte de Filadelfia.
Marketing inteligente
Dalí comenzó su historia artificial en Estados Unidos en la década de los 40, donde salió a la luz una autobiografía de auténtico marketing, La vida secreta de Salvador Dalí, escrita por él mismo. Con hechos falsos, detalles epatantes (exagerados y ficticios) y referencias escandalosas al personaje de Dalí.
La hermana de Salvador estaba tan indignada por estas mentiras que al año siguiente publicó sus mencionadas memorias. ¡Y esto ya enfureció a Dalí! Al fin y al cabo, esa buena publicidad arruinaba su imagen de hombre de marca y no propiciaba el enriquecimiento. El dinero fluyó a manos de aquellos con los que el escándalo, la ambigüedad y la impertinencia iban de la mano. Fueron los que apostaron Gala y Dalí. Y la verdad de la hermana no encajaba en este paradigma.
Salvador Dalí escribe su libro en Hampton, Virginia (1941) / Foto: Eric Schaal
"La jirafa en llamas" (1936-1937)
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Otro cuadro de una serie de pinturas, en las que Dalí transmitió su propia experiencia y sentido de la guerra. El cuadro, como todas las demás creaciones del autor, contiene imágenes místico-fantásticas que golpean la imaginación con su absurdo. Pero si uno apaga el pensamiento racional y se apoya únicamente en la percepción emocional, entonces todos los significados se vuelven claros.
Las dos figuras femeninas (la imagen favorita de Dalí) son la encarnación de la conciencia humana. No es resistente, se tambalea, necesita constantemente apoyo y respaldo. Los cajones son recuerdos y pensamientos que la gente quiere ocultar, pero que en algún momento se revelan al público. Esto lleva a la tragedia (las manos ensangrentadas de las heroínas).
La jirafa, envuelta en llamas, es colocada por el autor en el fondo. Simboliza el elemento apocalíptico masculino. En general, el cuadro es una premonición encarnada de la guerra en España.
Actualmente se encuentra en la custodia del Museo de Arte de Basilea.
Retratos
Dalí no es demasiado conocido como retratista, pero tenía cierta experiencia en el género. El joven Dalí pintó retratos de su familia y amigos; por ejemplo, Retrato de María Carbone, 1925. Tras mudarse a Nueva York, el artista descubrió que hacer retratos era muy lucrativo. Siguió haciendo encargos de este tipo durante sus visitas a América en los años de posguerra. "Retrato de la Sra. Jack Warner", 1945, es uno de ellos. El éxito estadounidense de Dalí como retratista se debió, por un lado, al esnobismo de los estadounidenses adinerados que se jactaban de tener a un artista de fama mundial trabajando para ellos, pero por otro lado, se debió a la capacidad de Dalí para crear imágenes que fueran halagadoras para el cliente.
"Cisnes reflejados en elefantes" (1937).
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El tema de la ilusión de todas las cosas (el tema favorito del artista) se refleja en esta creación. Representa un particular método paranoico-crítico del artista.
El lienzo recoge su trauma infantil, enterrado en lo más profundo del subconsciente y recordado por las imágenes-símbolos de los animales. La composición está construida de tal manera que revela la esencia de la ilusión en la que vive el hombre y que lo reprime.
Se sabe que Salvador Dalí tenía una relación difícil con sus padres. Lloraron mucho por el primer hijo que perdieron cuando era un bebé. Así que el segundo hijo recibió el mismo nombre que el primogénito, Salvador. El futuro artista se enfrentó a la ilusión de la realidad a una edad temprana: rodeado de las pertenencias y juguetes de su hermano de la infancia, no podía entender si estaba vivo o muerto, si existía él o su hermano.
El genio surrealista expresó estos sentimientos y el resentimiento contra sus padres en Cisnes reflejados en elefantes. Los cisnes son la ilusión de una familia buena y cariñosa, mientras que los elefantes son la encarnación del verdadero amor paternal.
Dalí ensalzó a los elefantes por su cuidado desinteresado de las crías. Además, los elefantes representan el dominio y el poder, algo que claramente le faltaba al pequeño Salvador para sentirse seguro.
El hombre afligido representado a la izquierda, sobre un fondo de rocas, es el propio autor, que no está dispuesto a desprenderse del resentimiento, no está dispuesto a volverse para enfrentarse a él.
El cuadro es actualmente propiedad de un coleccionista privado.
Dalí y Gala
En aquella época, uno de los temas más importantes del arte de Salvador Dalí -el sexo- no desaparecía. Algunos autores suponen que el artista nunca estuvo con una mujer antes de encontrarse con Gala (Dominique de Gasquet y Paquita Llorens Verges así lo creen, como escriben en su libro "Gala y Dalí. Looking Glass"), algunos creen que era totalmente impotente (como se describe en su libro The shameful life of Salvador Dali, Ian Gibson).
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Gala y Salvador Dalí
Monse Ager dice que Dalí tuvo ciertamente una relación sexual con Gala. De hecho, es posible que el artista estuviera más interesado en el sexo como tema para su arte que como medio de placer, pero esta suposición no puede verificarse. Su interés morboso por el tema puede estar relacionado con el hecho de que, de niño, su padre le enseñó al pequeño Dalí una imagen de las consecuencias de la sífilis, que influyó mucho en el impresionable Salvador.
Salvador D, 194, joven virgen auto-sodomizada por los cuernos de su propia castidad pic.twitter.com/64rNAWG4D
- mario andreolini (@marioandreolini) 5 de junio de 2016
"Orilla encantada con tres gracias líquidas" (1938)
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Muchos conocen las imágenes de las tres Charitas, o Gracias, de la mitología griega. Representan la alegría, la gracia y la inspiración. Esto no es sorprendente porque sirven a la diosa del amor Afrodita. Pero también hay otras tres diosas en la mitología griega de las que dependen el destino y la longevidad de una persona. Son los Moira.
Salvador Dalí decidió combinar estas dos imágenes, creando una imagen de la vida del alma humana. La primera heroína, con un largo huso en sus manos, comienza a tejer el encaje del destino. El segundo es un símbolo de la madurez del alma humana, cuando uno llega a realizarse a sí mismo, a su identidad. Por eso es el único que tiene una forma clara.
Por cierto, si te fijas bien en los rasgos, verás a un jinete en un caballo y a un hombre corriendo tras él. Estos contornos simbolizan el deseo humano de vivir la vida más rápido, la eterna persecución de los sueños.
La tercera es la encarnación de la muerte, por lo que su rostro es una piedra. Así es como el alma se congela después de la muerte. Por eso, la figura de la tercera Grazia-Moira casi se funde con el paisaje, mientras que las otras dos tienen formas femeninas claramente perfiladas.
El fondo sobre el que se representan también es simbólico: la orilla de arena representa la fugacidad de la vida humana, mientras que el mar representa la eternidad.
El cuadro se conserva en Figueres, en un museo y teatro creado por el autor.
1962-1963 - ADN.
Salvador Dalí era amigo del científico Severo Ochua, de quien se enteraba de las últimas novedades de la ciencia. Dalí también era amigo de Francis Crick, James Watson y Maurice Wilkins, que recibieron el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1962 por el descubrimiento del ADN.
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Severo Ochua
Este descubrimiento influyó en Salvador, lo que se refleja en sus obras estereoscópicas en las que reproduce la estructura del gen. Este descubrimiento también refuerza el deseo de inmortalidad del artista. Además del retrato de su hermano muerto, sobre el que escribimos al principio, una de las obras más interesantes, creada por Dalí bajo la impresión del descubrimiento científico, fue el cuadro GALACIDALACIDESOXIRIBUNUCLEICACID (augurios a Crick y Watson): en él Dalí combina la imagen de la estructura del gen con los ángeles, y de nuevo la ciencia con la religión. Tal vez crea que el secreto de la inmortalidad está en combinar estas dos cosas opuestas.
#En este día de 1953, Crick y Watson descubrieron el ADN. Dalí le rinde homenaje en su "Galacidalacidesoxiribunicacid" de 1963. pic.twitter.com/GeGmVxNtqH
- El Museo Dalí (@TheDali) 28 de febrero de 2017
"Un sueño inducido por el vuelo de una abeja..." (1944)
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¿Cómo representar con imágenes pictóricas el nacimiento de un sueño? La teoría freudiana de los sueños como manifestación de los deseos inconscientes dio origen al cuadro. En él, el autor plasmó una oleada de imágenes subconscientes, cuyo mensaje eran las circunstancias reales del sueño de una mujer. Y ahora a entrar en detalle y en orden.
Las imágenes representadas en el cuadro forman claramente dos proyecciones: la cercana -la mujer dormida- es la realidad; los tigres, el elefante, la granada rota y el mar son el inconsciente, que genera los sueños.
Salvador captura a Gala, su amante, musa y esposa, en la imagen de la mujer dormida. La postura relajada de la mujer indica que está profundamente dormida. Una granada está a su lado, con una abeja volando sobre ella.
El zumbido de una abeja en el subconsciente estimula la aparición de imágenes que se asocian a la agresividad: tigres de circo furiosos que saltan de la boca de un pez depredador. Esta última, a su vez, surge del núcleo místico de la granada, que se asemeja a la carne desgarrada (los dos granos son gotas de sangre).
Teniendo en cuenta que el cuadro se completa con la imagen de un elefante de largas patas con un iceberg sobre su espalda, el subtexto freudiano del cuadro se hace evidente: la percepción emocional de la mujer sobre el coito. Se asocia con el asalto, el sacrificio y la muerte (el arma desenfundada).
Este cuadro de Salvador Dalí se encuentra en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid.
Cine
Dalí conoció a Luis Buñuel (1900-1983) en Madrid cuando era estudiante. Juntos realizaron dos películas surrealistas, El perro andaluz, de 1928, y La edad de oro, de 1930. En la segunda película, la participación de Dalí fue más bien nominal, pero en El perro andaluz su oscura fantasía y su deseo de subordinar la realidad a la lógica del sueño determinaron en gran medida el éxito de la película. Lo más impresionante fueron las tomas que Dalí ofreció de una mano cubierta de hormigas y un ojo cortado con una cuchilla de afeitar. En Estados Unidos, el artista trabajó con otro gran cineasta, Alfred Hitchcock. Para su película de 1945 Spellbound (cuyo tejido artístico se apoya en los axiomas del psicoanálisis), Dalí inventó la secuencia onírica. Además, el artista habló de la posibilidad de trabajar con Walt Disney, pero no pasó de la discusión.
"Mi mujer, desnuda, mirando su propio cuerpo..." (1945)
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Gala no era sólo una esposa y una mujer amada, sino un modelo del mundo, a través del cual Salvador Dalí buscaba descubrir lo eterno, lo bello y lo inmutable.
El cuadro está impregnado de la tragedia que supone percibir la fugacidad de la existencia y la búsqueda de lo eterno e imperecedero. Como en la mayoría de los cuadros de Salvador Dalí, la imagen está sujeta a una composición en dos planos. En el primer plano hay una mujer representada de espaldas. Las curvas de su cuerpo son hermosas y delicadas. Es la encarnación del hombre, su esencia corpórea.
A su derecha hay un bajorrelieve griego, símbolo de la eternidad de la cultura, y un diente de león, símbolo de la fugacidad de la existencia. La pared contra la que se representan está agrietada, lo que sugiere que estas imágenes son un reflejo de la fugacidad de la existencia. Lo mismo ocurre con la mujer: su cabello es una extensión de estas grietas.
La perspectiva, en cambio, es la eternidad encarnada. Una vez, de niño, Salvador Dalí encontró una concha vacía en la orilla del mar y quedó fascinado por su estructura y su perfecta belleza. A través de la cáscara vacía de hueso se asomaba el cielo, eterno e inalcanzable.
El artista trasladó esta idea a la imagen de Gala. La heroína se proyecta al fondo, donde se vuelve etérea, transformada en un cenador calado, a través de cuyas columnas se abre el mundo. Su cabeza es una plataforma desde la que se ven los cielos.
El cuadro se encuentra en el Museo-Teatro Salvador Dalí, en España.
Autorretratos
Dalí, al ser un hombre infinitamente narcisista, a menudo se convertía en el héroe de sus cuadros. Algunos de los primeros autorretratos de Dalí eran muy naturalistas, como Autorretrato con cuello de Rafael, 1922. El título remite aquí al espectador al famoso autorretrato de Rafael. En otras obras, Dalí se pinta a sí mismo de forma más discreta; un ejemplo es Sleep, 1937, que representa una extraña criatura con rasgos que recuerdan al artista.
Paisajes
Al principio de su carrera, Dalí pintó una serie de paisajes de su tierra natal. Más tarde abandonó las convenciones de la pintura, pero los paisajes españoles también estuvieron presentes a menudo en sus cuadros surrealistas. En "El lago de la montaña", de 1939, la franja de agua está copiada de un lago cercano a Requesens, en los Pirineos, y las rocas se asemejan a un promontorio cercano a Cadaqués. El teléfono alude a las conversaciones telefónicas entre Adolf Hitler y el Primer Ministro británico Neville Chamberlain, que terminaron con el Acuerdo de Múnich de 1938. Más tarde, los paisajes de Dalí se volvieron bastante fantásticos: Paisaje surrealista, 1968, es un ejemplo de ello.
Estilo tardío
Las últimas obras de Dalí muestran la influencia de nuevos movimientos artísticos, en particular el expresionismo abstracto estadounidense y el arte pop. El sexo siguió siendo un tema importante en la obra de Dalí, pero en el último periodo consiguió crear una serie de cuadros significativos con contenido religioso. Muchos críticos consideraron la obra de Dalí de la posguerra como la última traición al surrealismo clásico. Esto no es cierto: es en sus pinturas "religiosas" donde el artista ha demostrado una notable capacidad para interpretar temas e imágenes tradicionales de una forma completamente nueva.
Quizá el cuadro religioso más impresionante de Dalí sea El Cristo de San Juan de la Cruz. Este cuadro no gustará a todo el mundo, pero a todos les inquietará y les hará pensar. Una vez que lo veas, nunca lo olvidarás.